
Tuvo una larga vida, en una época bastante convulsa; una infancia feliz entre Vitoria, Zarautz y Madrid, una juventud truncada por dos guerras: la guerra civil española y la 2ª guerra mundial.
Por la guerra civil su familia tuvo que huir y refugiarse en Francia y a consecuencia perdió un hermano cuyo único delito fue tener 16 años al comienzo de la guerra y 20 al final, por lo que al pasar la frontera para huir de la 2º guerra mundial, fue apresado y llevado a un batallón de castigo, y finalmente liberado para morir en su tierra. Lo perdieron todo y empezaron a vivir de nuevo en Vitoria de cero, con una carga y gran pena, que marcó el devenir de la familia.
Mi madre tuvo pocos estudios a consecuencia de la guerra, pero con una formación cultural inmensa heredada y fomentada por su padre, el pintor Miguel Jimeno de Lahidalga, pintor con nombre, pero acallado en su ciudad por no renegar de sus convicciones, hasta la actualidad; mi madre sentía una gran admiración por él, que le llevó a a escribir y autopublicar su primera novela "Ochenta años de un siglo".
De una amplia cultura, rodeada de libros y cuadros y muchas vivencias; aunque nació en Vitoria, vivió en Zarautz, Madrid, París y Capbreton en el exilio y finalmente Vitoria, lo que le hizo tener una mentalidad más abierta que la de Vitoria de entonces.
Ha sido una escritora y poeta autodidacta, prolija. Escribía en silencio, sobre todo poesía. El devenir de la familia, le marcó en sus escritos, a veces tan duros, y tristes, otras nostálgicos y melancólicos. Por iniciativa propia se puso en contacto con otros escritores y poetas como ella, llegando a ser, en ese mundo, su pequeño mundo, reconocida, habiéndole traducido poemas a unos cuantos idiomas.
La recuerdo siempre entre libros, con el diccionario en la mano, y los últimos años en el ordenador, entre sus ratos libres del devenir cotidiano buscando un momento, su momento, para escribir, pues eso le consolaba y le daba fuerzas. Muy familiar y dinámica; cuidó a mi padre, que se quedó ciego los 25 últimos años de su vida, hasta su muerte.
Hubiera querido que su obra hubiera tenido algo de reconocimiento en su ciudad natal, pero esto no le desanimó y hacia el final de su vida se autopublicó el libro "Cuentos y relatos" como colofón al trabajo prolifero de una época, y para que parte de su obra viera la luz.
Fue, en definitiva, una mujer sencilla, muy luchadora y valiente en su vida, diferente para su época, y muy querida y admirada por la gente que le llegó a conocer.
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Itzulpena: Jokin Larrañaga |
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Otilia Jimeno |