lunes, 7 de julio de 2014

Con el corazón en los pies

   Este es otro de los cuentos de la colección "Cuentos imposibles" escrito en 1982 y como ya es costumbre, aquí está la pequeña introducción sobre el escrito:

     Por aquel tiempo yo ya no tenía confianza en los hombres poderosos. Sabía que no hacían nada para mejoría de la justicia, por la paz de todos los pueblos y por la hambruna y miseria en la que iban cayendo muchos países y solo se conmovía cuando salían imágenes de escandalizar, en televisión, después el olvido; no sé si porque no podían, no sabían o no querían, o por si había algo o alguien más poderosos que ellos, que regían a su intereses el mundo mundial, Se decía que estaban en las sombras y los dirigían por el camino que tenían que llevar al mundo; cierto o no; pero el hombre humilde siempre lleva sus consecuencias, o sea las de perder.
     Y como yo no me resignaba a ser un juguete roto, como se dice hoy en día a todo fracasado, yo y todos los hombres sin nombre, aunque lo tuviéramos y sonara fuerte en nuestro corazones; pero solo en ellos, los demás como si no existiéramos, pues siempre iban a lo suyo, como esos monos de imitación, haciendo oídos sordos a las quejas, taparse los ojos para no ver nada y ser mudos ante tantas miserias, tantas trampas y tantas injusticias, como si no fuera con ellos y allá ellos o sea los otros, siempre los culpables.
Pintura de Jimeno de Lahidalga
     Por eso me inventaba cuentos, cuentos imposibles, como buscando modos de soluciones, cuantas veces inverosímiles, al no encontrar otras en los estados tal y como están constituidos y este cuento es uno de ellos. Y como es un imposible nunca tuvo salida y no fue publicado mi cuento, aunque fui valiente y lo presente a un premio, jamás obtuve alguno, aunque machaqué por muchos años presentándome a muchos concursos, hasta que me canse y comprendí que era un imposible; pero no era la única, sino a cientos que volvíamos con las orejas gachas y a repetir con otro la próxima vez, “todavía soñaba”, quizás porque era joven y no me daba por vencida, nunca pensé que fueran tan malos mis escritos y por eso insistía.
     El humano es así y lucha y lucha y sigue luchando y así hasta el final de su vida, sino no habría tantos libros, tantos cuadros y tantas artes desconocidas y quejándose a gritos, en sus rincones, aunque nadie les oiga y muchos van enriqueciendo estanterías, museos y hasta bibliotecas, en silencio, aunque nadie sepa sus nombres y no consten en enciclopedias.
     Como estos cuentos están escritos con las antiguas máquinas de escribir Olivetti, u otras marcas del mismo sistema, que si fallabas en una letra, allí quedaban sus marcas imborrables, o sus borrones, que afeaban el escrito y lo desprestigiaba, cuantas veces por no repetir páginas y páginas para que no fuesen cuentos sin nuca acabar, aunque tuviesen su principio y su final. Y éste es uno de ellos pasado hoy, año 2012, a ordenador y veré si corrijo arista o queda tal y como fue escrito, ese es mi deseo, aunque nunca sea publicado.

Con el corazón en los pies: clicando en este enlace podrás leer el cuento.