"Este escrito sirve para un comienzo de una que quiso ser escritora y no se atrevía a comunicarlo por vergüenza a que me dijeran que no estaba preparada para ello y escribía casi a escondidas; ellos ya lo sabían y nunca me dijeron nada, solo de vez en cuando mi padre me daba consejos, como quien no quiere la cosa y yo los cogía al vuelo y procuré aceptarlos. Entre algunos eran: que no pusiese nombres de gentes conocidas, porque les podía caer mal y enfadarse; que no me metiese en política ni con la religión, que era peligroso, ni meter a Dios en mis escritos, que era como hacerle como partícipe de lo que contaba.
Mi padre, que me hubiese podido ayudar mucho, porque como digo era un intelectual a tope y fueron las lecturas de las grandes obras que el compraba los que fueron, se puede decir mis incitadores, porque muchos años después pusieron alas en mis deseos y ya no los pude eludir, y aquí estoy a los noventa años tecleando en el ordenador, para terminar esta clase de curriculum de mis estudios sobre escritos, por motivo de mi vocación que no la llegué a relegar a pesar de mis fracasos o caídas y de todo me he levantado. Y la historia de mi ostracismo tímido y cobarde, de mis primeros pasos en las letras y de siempre, porque con lo que se nace arraigado con ello se muere, aunque hayan cambiado las formas y la manera de actuar ante ello sin perder las formas o sea lo más civilizadamente posible".
Mi hermana Otilia escribiendo
en la sala de Juan II nº 5
(ACUARELA) 1952
Hoy en día es escritora
JIMENO MATEO
HOMENAJE A MI PRIMERA OBRA ESCRITA Y TITULADA:
"LA CASA DE LOS CHOPOS"
(Novela 1947-1954)
Fue mi estudio y mi iniciación en las letras, con la que me creé a mi misma y con ella aprendí lo poco que ahora sé y su comienzo fue en el año 1947; fueron 7 años de aprendizaje, lo que me costó realizar la obra, sola y con la sola ayuda de un manual y obsoleto diccionario para solventar mis dudas, debido a mi timidez y mi cobardía para pedir consejo a mi padre, que hubiese sido un buen maestro; pero me temía, temía a mi cobardía, antes expuesta, que me hiciera renunciar a mi obra ante mi suma ignorancia que yo misma reconocía, y cejada en mi empeño de proseguir en mi lucha con las letras y mi decisión de afrontarlo en aquel deseo o vocación que durante años me acuciaba, lo intenté casi a hurtadillas, constituyendo esta obra estudio, que yo entonces lo consideraba definitivo, mi base para mi futuro que yo pensaba podría ser aceptable.