Estos son cuadros de Honorio Jimeno Mateo (1920-1945) que no llegó a consolidarse como pintor a consecuencia de la guerra del 36; su delito fue tener dieciséis años al comenzar la guerra y veinte años a su término.
![]() |
Rue Adelaïde. Paris |
![]() |
El Sena. Paris |
![]() |
Un puente del Sena. Paris |
![]() |
El Sena. Paris |
![]() |
Salón |
![]() |
Árbol en un paseo del Sena. Paris |
![]() |
Mont de Marsan |

En: ARTE VASCO
MUSEO DE BELLAS ARTES DE ALAVA Año 2001
En página 57 pone en Epílogo:
"Después y con la guerra la muerte acaba con artistas como Nicolá Lecuona o de generaciones anteriores Alvaro Alcalá Galeano. El exilio es el destino de más de uno. Aurelio Arteta o Julián Tellaeche acaban por instalarse y mueren en Sudamérica; otros al de un tiempo, caso de José María de Ucelay, Jorge Oteiza o Juan Aranoa, éste para volver a marcharse. El servicio de propaganda franquista fue el papel de alguno, como Juan Cabanas Erausquin, mientras que Antonio Guezala no volverá a pintar. La cárcel reprimió más de una ínfula creativa, por ella pasaron no pocos. La nómina es amplia: de los de antes, artistas como Higinio Basterra, Javier Ciga o Enrique Rentería y de los más jóvenes, Ciriaco Párraga, Nicolas Martínez Ortiz,... Muchos no tuvieron más remedio que plegarse al vencedor, algunos incluso retractándose de anteriores actitudes. En definitiva, un par de generaciones artísticas dispersas, rotas y violentadas."
Así termina el párrafo y final de hoja y abajo yo pongo en lo blanco de la hoja a lapicero:
En mi escrito aparte, meto a Honorio entre los nombres señalados en este epílogo y no contenta con ello pongo dos cuartillas con las cuatro acuarelas tan selectas hechas por Honorio en París; tendría diecisiete años o pocos meses más y ya se ve en él un artista, por la belleza, finura y elegancia de sus acuarelas, que hizo pronunciar a mi padre más de una vez: "Yo he sido y soy el maestro de Honorio, pero yo también aprendo de él".
En mi escrito aparte, meto a Honorio entre los nombres señalados en este epílogo y no contenta con ello pongo dos cuartillas con las cuatro acuarelas tan selectas hechas por Honorio en París; tendría diecisiete años o pocos meses más y ya se ve en él un artista, por la belleza, finura y elegancia de sus acuarelas, que hizo pronunciar a mi padre más de una vez: "Yo he sido y soy el maestro de Honorio, pero yo también aprendo de él".
No hay comentarios:
Publicar un comentario